Bienvenido sea el que viaja al Cielo y vive en la Tierra

martes, 16 de abril de 2013

Inné



Hoy la chica más guapa lleva el pelo sucio pero a nadie le importa con tal de que lleve limpias otras cosas. Debajo del chaleco antibalas cicatrices de deseo, veneno, mata ratas. He cosido la fuente de mi fertilidad. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Sobre la barra mis dientes como ofrenda. Me he cosido los labios. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Saliva seca en las comisuras y entre los muslos. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Enormes costras de caspa se elevan de la raíz hacia las puntas y nos vemos hambrientos pero hoy me siento nadie. Hoy me siento seca. He desgarrado mis párpados con grapas pero aquí no cabe nada salvo tierra. Espero mi crucifixión ante el espejo mientras en el vientre aún flota entre la nada el recuerdo del hijo que nunca tendremos.

Adriana Bañares. Ánima esquiva

jueves, 14 de marzo de 2013

Bloody Space.

"Hola, V, ¿Ganaron los buenos?"

Querido Space, ojalá hubieras podido hacerme la pregunta personalmente como solías.
No has respondido a mis cartas y a mí no se me ha dado permiso para acercarme a la ISS a visitarte. Estás una tarde de invierno arreglando alguna que otra avería cuando te asalta un recuerdo. Ya sabes a lo que me refiero.
Estaba desarrollando los planos de un nuevo sensor que me han enviado cuando discerní el número 13. Recordé cuando compartíamos día a día en la Estación y aún se me formaba física e intelectualmente. Nuestras primeras conversaciones sobre lo que te jorobaba que casi todo el mundo hablase inglés, o tus quejas sobre el cubículo donde nos hacían dormir. Lo preocupado que parecía tu médico, holandés, lo cual era bueno porque no os entendíais y sus analíticas se te parecían como un test de Rorschach. Veías pájaros, casitas, lo típico.
-¿Ningún molino o tulipán? -preguntaba yo.
-Hace gestos raros. Sí, aspavientos como si fuera un molino, mientras la ceniza de su cigarrillo le cae encima. Es, y lamento decirlo, ligeramente lamentable. Pero le tengo cariño. Su farmacia siempre está abierta.

¿Recuerdas, Space? yo hacía bromas y te decía que construiría una nave espacial para sacarte de allí. Me inventé una historia en la que era libre y me infiltré como espía. A la llegada me dieron tres pastillas: Azul, violeta y verde. Yo no las tomé y te sugerí que te lavaban el cerebro. Como si a mí no me llegara la mierda al cuello...

"¿Tiene tu gólem un nombre? Todos los gólems importantes tienen nombre. Tienes que ponerle uno, V". "¿Qué tal Déborah? Por lo de devorahombres." "Me parece bien, aunque yo le quitaría el acento para que no te lo cobraran en los SMS."

También me escribo con una terrícola que conocí en el bar "El Póney Pisador". La muchacha del BloodyMary, que es como la llamo, pero me figuro, estarás cansado de claves. Su nombre es Marta. Aquella noche lo largué todo, Space. Años manteniendo la boca cerrada para largarlo todo de sopetón a una desconocida. Pero no te alarmes, creo que me toma por una demente o una agradable joven con mucha imaginación. Pero me cuestiono, ¿por qué?
Meses ignorando el asunto, enterrándolo. Construyendo dentro de mí el mayor de los agujeros negros y cubriéndolo con una serenidad de hierro. Cuando llegué a casa las lágrimas empezaron a brotar y algún que otro gemido lastimero. Entonces advertí que era incapaz de llorar estando sobria. Me sentí muy extraña. No he hablado sobre ello con nadie.
Hace unas semanas nos mandaron al planeta Hysteria a combatir contra los rebeldes y mi agujero negro engulló la serenidad. Lloré y me paralicé y si no fuera por Marcos...
¡Ah!, no sabes quién es Marcos...Es un médico con historia propia. Un buen hombre, profundo como un pozo. No obstante, no quiero hablarte de él, si no, de Marta.

Marta tuvo reciprocidad conmigo al cabo de dos Gin Tonics que gran parte acabarían esparcidos por la barra y donde me gustaba pasar el dedo y dibujar círculos. Y con los círculos, me regaló, un trozo de su vida.
Marta es una mujer que gustaba ir a museos y observar las reacciones de los espectadores. Decía que siempre encontraba una estudiante que jugueteaba con sus trenzas entre los dedos o algún idiota que miraba los cuadros impresionistas de cerca. Al final del recorrido, se paraba ante "El Jardín de las Delicias" y jugaba al "veo, veo" con sus figuras durante horas.
Se enamoró cuando tenía catorce años de un profesor mucho más mayor que ella y a los dieciséis años se fugó de casa aunque ninguna de las dos familias lo aceptara. Decía que comprar tabaco suelto en el quiosco le recordaba a esa época, sentada atrás de la moto. Un día el profesor al volver del trabajo se acostó alegando que estaba muy cansado. Y el profesor no volvió a despertar.
Marta subíó las escaleras del piso donde vivían y sus cosas estaban fuera, en la puerta. Entonces aprendió que su vida podía resumirse en seis bolsas. La familia del profesor la había dejado sin lugar a dónde ir.
Si tu n'estais pas là. Comment pourrais-je vivre... [...]


Space tomó una carta y bebió un trago de la botella de vodka.  La ojeó y la abrió lentamente, alargando el tiempo que sus dedos rozaban el papel. Comenzó la lectura degustando cada una de las palabras.
Tomó otro trago.
-¡Pareces un puto ruso!
Space detuvo la lectura de mala gana.
-¿Quieres un poco, Alekséi?
-Claro. Soy un puto ruso- sonrió de oreja a oreja. Como él sólo sabe hacer.
-Ganaron los buenos- Y le pasó la botella.



lunes, 14 de enero de 2013

Se necesita Corbata.

Diario del Capitán V, Ruta X-360 II

Hace más de hora y media que comenzó el fuego. Desde entonces, la atmosfera ha tomado un color rosa y dorado, y las nubes antes livianas, se han tornado gruesas e hirientes al ojo. Ya no queda nada del panorama tranquilo y apacible del planeta multicolor que nos recibió a nuestra llegada. Ahora sólo ruido y silencios incómodos.
El cerebro, tan perspicaz, lo liga directamente a un significado claro. Dolor y muerte.

La fauna del planeta huye aterrorizada en dirección contraria donde se citó al Caos. Restos de humo llegaban reptando a nuestra base y ensuciaban las gargantas y pulmones de los que permanecíamos allí. Apenas cuatro mecánicos y unos pocos médicos que se encargaban de la minoría que eran capaces de volver con vida.   Soldados rasos enviados como carne de cañón, y que escapaban del descanso eterno con desagradables y feas amputaciones... Esta es la verdadera cara de la NASA. El lado oscuro de la Luna.

Déborah y Nicholai trabajaban conjutamente y sin ningún tipo de rechisto. Parecía que comprendían la gravedad del asunto. Arreglamos transportes, mejoramos armas...

Cerré el diario.

Me apresuré a la cocina y alcancé de la despensa una botella de Whiskey. Hice un gesto a Marcos con la botella en la mano y le serví un doble. El médico jugueteó con la copa durante minutos, la balanceó de un lado para otro observando el recorrer del líquido para acto seguido bebérselo de un trago. Yo encendía un cigarrillo. Nuestro comportamiento era muy similar. A veces uno se frotaba la cara o miraba la copa embobado. La vaciamos un par de veces más. O tal vez tres.
-¿Quieres hablar de lo ocurrido?-Marcos preguntó tras besar la copa
Negué con la cabeza.
-V, es mejor expresarlo que guardarse esas cosas dentro.
-No necesito hablarlo.
-Bueno, pero yo, sí. -Me mantuve en silencio.-Está bien, hablemos del asunto. No por ti, por mí. Seré egoísta. Necesito hablarlo.-Mintió
-De acuerdo- contesté secamente. Me olía la argucia de Marcos para hacerme darle al pico y a lo callado, cedí- Pero eres médico. Ya hemos conversado de la muerte. Dudo que te afecte sobremanera.
-Soy médico y humano. Estoy acostumbrado a ver personas morir, pero no verlas asesinadas. Es una sutileza a tener en cuenta. V, déjate de chorradas. Tú no eres un droide, eres humana. Es totalmente normal que en ocasiones...
-Fui una cobarde.
-No, V. No eres una cobarde. ¿Qué edad tienes? ¿Dieciocho, diecinueve? Hace nada eras una cría. Te han hecho crecer muy deprisa.

Recordé entonces mis años en el hogar familiar encerrada en mi habitación estudiando planos. Ciertamente, la vida era un infierno allí. Desde la partida de mi hermano, el ambiente era insoportable. Peleas constantes, quejas, reproches, insultos... Paulatinamente la habitación se convirtió en un santuario y el trabajo un sustituto del afecto humano. La soledad nunca había sido un problema, me dije. Todo es costumbre. Costumbre y sustitución. Cuando los de la ISS me llevaron con ellos, haciéndome abandonar la casa, me formulé una pregunta. ¿Me estaban perjudicando o realmente me hacían un favor?

Ahora sabía que ninguna de las dos respuestas.

Al mismo tiempo, Déborah y Nicholai mantenían su propia conversación.

-Nicholai -Déborah se mordió los labios, era torpe expresándose en palabras- ¿Viste cómo los cuerpos caían al suelo para no moverse nunca más? Yo ya lo había visto, en las pelis, pero...
-Extraído de la RAE:
muerte.
(Del lat. mors, mortis).
1. f. Cesación o término de la vida.
2. f. En el pensamiento tradicional, separación del cuerpo y el alma.
3. f. muerte que se causa con violencia. Lo condenaron por la muerte de un vecino.
4. f. Figura del esqueleto humano como símbolo de la muerte. Suele llevar una guadaña.
5. f. Destrucción, aniquilamiento, ruina. La muerte de un imperio.
6. f. desus. Afecto o pasión violenta e irreprimible. Muerte de risa, de amor.

Déborah le miró con desaprobación.
-No me refería a eso, Chatarra. ¿Es que tú no sientes nada? ¿No tienes miedo a la muerte?
Nicholai sonrió pícaro.
-No.
¿No tienes miedo a morir?
-No. Déborah, nosotros no podemos morir porque no estamos vivos.

Esta afirmación le sentó a Déborah como una puñalada. Nicholai prosiguió:
-Respeto tu fijación y ánimo en comportarte como un Ser humano. Pero no lo olvides. No eres humana. Y nunca lo serás.

Déborah pudo haber llorado de rabia, como acostumbra. O pudo haber dado un sonoro portazo, pero no lo hizo. Entornó los ojos y se retiró lentamente al almacén, que es donde ella y Nicholai descansan o se recargan.
Nicholai siguió de pie unos minutos más pensativo. A continuación, se dirigió al almacén, posó cuidadosamente la mano en el panel, marcó unos números y se adentró con paso pesado. Déborah había construido una pequeña cama, un nuevo intento de comportarse como una mujer que duerme y sueña. Ella se encontraba bajo las sábanas con la vista al techo metálico. Nicholai se acercó a ella como una brisa y la arropó mientras sus ojos verdes centelleaban.
-Te contaré un cuento- le dijo.
Déborah no replicó. No se supo si porque estaba molesta o si bien porque estaba decepcionada o porque comprendía la carga de las palabras de su compañero.
-Había una vez un hombre que caminaba por el desierto sediento. Buscaba con desesperación agua para beber cuando se cruzó con un vendedor de corbatas. "Amigo, le vendo una corbata" "No quiero una corbata, señor. Lo que busco es agua" le espetó. Así nuestro hombre continuó su camino hasta que encontró un restaurante donde podría beber toda el agua que quisiera, pero cuando iba a atravesar las puertas, un portero le comunicó: "Se necesita corbata para poder entrar". Las cosas pueden parecernos inútiles en un principio, Déborah, hasta que un día toman su importancia. Yo todavía espero mi importancia. Buenas noches.

Déborah activó su reproductor de sueños y soñó todo lo que dura una noche que se encontraba con Nicholai en un pueblo de montaña donde las casas anidaban en los alcantilados y un gran lago cristalino brotaba en el cento y el suelo estaba infestado de colinas anaranjadas, las hojas que caían de los altos árboles.

Fuera del sueño, en la realidad, Nicholai le acariciaba el pelo.

miércoles, 9 de enero de 2013

Papá y Mamá:

Gracias por recordarme que debo dar gracias por existir. Dejemos a un lado las discusiones. Mirad, os he hecho un retrato.


Henri Michaux, Sin Título


Hijos de.
Hijos de.
Hijos de.
Hijos de 10 elevado a X multiplicado por.
Hijos de.