Bienvenido sea el que viaja al Cielo y vive en la Tierra

sábado, 22 de diciembre de 2012

Animal de Costumbres.

Animal de costumbres. Somos animal de costumbres. Nos acostumbramos a horarios, a fechas, a actividades, a personas. Muchas cosas. Me da pereza citarlas. Os hacéis una idea. En fin. Al menos, puedes des-acostumbrarte. Y funciona. Como una máquina. Algo así. Clic. Y adiós horarios, fechas. Vaguear en el sofá. Personas. Claro, que, des-acostumbrarse no es más que acostumbrarse a otras cosas. Simple selección. Una habitación vacía, una cama hecha. Un eres veneno corriendo por mis venas de Alice Cooper. Algo así. Reemplazo. De cosas, tiempo, pasatiempos. Personas. Clic. C-L-I-C.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Capricho III

Sueño Lúcido.
Esta mañana he sufrido nuevamente ataques de ansiedad. Como he podido observar, soy más dada a experimentar sueños lúcidos cuando padezco crisis respiratorias. Esta vez han sido dos sueños sin ninguna relación los que he vislumbrado. El primero, consciente. El segundo, con simbología. Han tenido en común la nitidez y la capacidad de recordar pensamientos o conversaciones.
Los relataré como curiosidad, no hay mucho que narrar realmente.

Me encontraba en mi habitación cuando sonó una música en mi cabeza. Los acordes de una guitarra, bastante simples, y sin muchos cambios, iban acompañados de una flauta. A continuación un tambor que se unía con un ritmo lento "pom, pom, pom". Una pequeña pausa, violines que ascendían en sonido. Los instrumentos cesan y dejan el protagonismo a un violonchelo. Se integra un oboe, no sabría describirlo, pero era maravilloso. A este punto, yo me encuentro confusa. Dentro del sueño pienso "Estás creando música, la estás oyendo en tu cabeza. Está surgiendo. ¿Pero estás segura? es difícil inventar en un sueño. Escucha atentamente, ¿has oído esta melodía antes? -analizo la música- No, es la primera vez que la oigo."
Prosigue la música, todos los instrumentos anteriores se unen e interpretan. Tal vez el fin lo marcara un piano. Despierto, pero sigo dormida. "¿Karen, recuerdas la melodía? Sí." Es más, la música suena en cada recoveco de mi mente. Me fijo en la pared. Hay sombras danzando. Me asusto. 
"Karen, el principio de la esquizofrenia es oír música que en realidad no suena. Quiero escribirla. Pero no sé música teórica. No sé escribir en un pentagrama" 

Del segundo sueño sólo quiero destacar lo que he considerado símbolo. Una mujer estaba atada a un hombre por cadenas. El hombre planeaba matarla para así deshacerse de ella. Yo lloraba, ante el posible desenlace "Eres valiente. Haz algo. No es tu naturaleza quedarte quieta ante un acto así" Le arrebaté al hombre la sierra y con ella corté las cadenas mientras imploraba "¡No la mates! ¡No la mates!" Los dos quedaron libres y la mujer pudo vivir.
Al final del sueño (porque estoy omitiéndolo casi todo), contemplé mis muñecas. Tenían dos cortes que sangraban. Aparece entonces Arturo gritando a S. "¡La estás destrozando! ¡No la mates! ¡No la mates!"
Palabras que yo, había pronunciado al principio del sueño.

En fin, supongo que esta entrada es pura terapia. El lector probablemente poco tenga que entender. 
El violonchelo y el oboe como parejas en una danza de notas. Los acordes eran nuestros acordes.
 


"Karen, ¿qué instrumento estudiarías si pudieras?
"¿Yo? Probablemente, el oboe".



viernes, 7 de diciembre de 2012

Ciudad d(sin)e Amor.

Hoy me apetecería estar aunque suene típico en París. Sobre el mediodía, las horas en las que más pega el Sol, estampado en un cielo sin nubes y de un profundo color azul que me gustan a mí. Podría estar en la isleta del río Sena tomando el aire o pensando en cosas inútiles por el simple hecho de que me lo puedo permitir... Dedicarme a toda la mañana a ello. Contemplarlo y ser feliz.

Podría también ir a conversar con las gárgolas de Notre Dâme. A molestarlas en su hora de la siesta y plantearles enigmas. Son muy soberbias. No aceptarán una derrota.

Recorrer el Pont des Arts, analizando mentalmente mis obras favoritas. Empezaría por las pictóricas y acabaría por las arquitectónicas. Pensaría en las ventanas de Santa Sofía y del juego de luces según la posición del Sol. Podría acordarme de aquella personita que menospreciaba las cúpulas mientras yo discrepaba.

Acabar en cualquier lugar, no importa dónde, y un señor del este toca animadamente un acordeón. Iría a alcanzar una moneda, pero lo único suelto es mi moneda con la cara de Mozart grabada que me trajeron desde Viena la cual guardé como un tesoro en un joyero de conchas y caracolas hasta que un día a mi hermana se le antojó unas chucherías y lo gastó sin permiso




C'est la vie