Bienvenido sea el que viaja al Cielo y vive en la Tierra

lunes, 26 de noviembre de 2012

Améliezados.

Cuánto daño nos hacen las películas y la música. Es un hecho. En concreto quería reseñar a "Amélie", con su desbordante teoría de que las casualidades mueven el mundo. ¿O es a nosotros? Por un gesto, por un idiota gesto como un engranaje en las entrañas de un reloj. El amor predestinado, el te miro y se para el planeta, la galaxia, el universo.

Si las líneas anteriores hubieran sido escritas en un folio, las hubiera usado de papel higiénico.

Estamos Améliezados. Vivimos esperando un no-sé-qué que llegue a nosotros por arte de magia y nos embelese, que nos ilumine el día para levantarnos con una sonrisa cada mañana y el café no nos sepa tan amargo, los cigarrillos no se acumulen en el cenicero, la cama no se nos antoje tan vacía, los cuadernos se llenen de poesía, y ¡Oh, tú, estás ahí! rezagado, en mi pensamiento, en mis redes corporales. En la música, en los libros, en las historias, en los sueños, en la creación humana y en la naturaleza.

Puta mierda.

Llegará el momento en que te des de bruces con la realidad y te desprendas sacudiéndote el polvo Améliezado. Enhorabuena. Ya eres un Perro Cínico.

Tal que así.




Amo a S. Me encanta cómo desliza los dedos en el manillar de la moto. El estiramiento de dedos sobre el manillar, uno por uno, con suavidad, como si pudiera crear un arte a partir de ello. Adoro su lunar al lado de la oreja, casi oculto, como punto de constelación. Amo los acordes que toca con suma perfección y el soneto que me escribió. Me encanta su perfil grecorromano, recortado en cualquier paisaje. Su manera de comer, tan delicado, tan educado. La forma en la que me mira adivinando una sonrisa.Me encanta cuando suena Hotel California mientras pienso en él. No sé, hace como si todo fuera posible en esta vida. Ya sabes, Todo.

-Cara ojerosa-

Odio a S. Odio cómo mueve los dedos en el manillar de la moto. Me repele su lunar. Odio los acordes y el soneto que me escribió. Detesto su nariz, su boca, y cómo come. La forma en la que me mira con cara de atontado -suena Hotel California- ¡Joder! ¡Odio esta canción!
.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Un bel dì, vedremo.

Y que nadie duerma.



Un bello día veremos
levantarse un hilo de humo
en el extremo confín del mar.
Y después aparece la nave.
Y después la nave es blanca.
Entra en el puerto, truena su saludo.
¿Ves? ¡Ha venido!
Yo no voy a buscarlo, yo no.
Me pongo ahí, en lo alto de la colina
y espero, espero mucho tiempo.
Y no me importa la larga espera.
Y, salido de entre la multitud de la ciudad,
un hombre, un pequeño punto,
sube por la colina.
¿Quién será?, ¿quién será?
Y cuando esté aquí,
¿qué dirá?, ¿qué dirá?
Llamará: - Butterfly- desde lo lejos;
yo sin responder.
Estaré escondida.
Un poco por bromear,
y un poco por no morir
al primer encuentro.
Y él, un poco ansioso,
llamará, llamará;
“Pequeñita, mi pequeña esposa, perfume de verbena”,
los nombres que solía llamarme.
Todo esto sucederá,
te lo prometo.
Guárdate tus temores,
¡yo con segura fe lo espero!"

jueves, 22 de noviembre de 2012

Incisión

Una persona comentó que mi entrada "Semblante de Muerte" contenía bases comunistas. Quiero aclarar que no soy comunista. Soy nada. No me ubico en ninguna ideología. Mi explicación va a ser torpe.
No me inspira confianza ningún sistema político. La Democracia que conocemos no la interpreto como el gobierno del pueblo. Sólo se nos permite decidir el Cerdo que nos gobierna. Una Democracia sólo sería plena mediante el voto directo, lo cual, nos han dado a entender, es imposible.
¿Qué ocurre si el Cerdo no obra según los intereses del pueblo?

En la entrada "Semblante de Muerte" quería señalar (criticar más bien) los recortes que se están produciendo en España, más en concreto los de sanidad. Los de educación tampoco es que me tengan contenta precisamente.
Continuando con el siguiente capítulo, "Tinteros de Sangre", no puedo negar que haya una lucha, pero no se trata de una lucha de clases, se trata de una lucha de gobernantes y gobernados.

De momento no soy lo suficiente sabia para construir un gobierno que me identifique.
Algún día, quién sabe.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tinteros de Sangre.


 Un ser querido.

Ese era el motivo que nos unía a mi compañero doctor y a mí. Al finalizar su relato, le ofrecí un cigarrillo y le acompañé en caladas. Me gustaba la compañía de aquel hombre. Era como asomarse al ojo de un pozo. Profundo y sereno. Marcos, el doctor, parecía ser la prueba cantante y danzante, la personificación echa carne de la más absoluta esperanza humana. Y la esperanza, hay que llevarla cosida a la piel.

Oímos gritos fuera del campamento. Marcos y yo nos sobresaltamos.
-¿Qué ocurre?- Agarro del brazo a un soldado que pasaba corriendo por allí.
-¡Son la Resistencia, nos atacan! -sigue su rumbo.
Dirijo la mirada a Marcos.
-Lo que te decía, V. Ese maldito de Steel Panther no sabría decir ni de qué color es la mierda. -Hubiese reído gustosa en otra ocasión.
Déborah y Nicholai vienen a mi encuentro.
-¡Madre, Madre! ¡La guerra nos ha alcanzado! -Me abraza asustada.
Nicholai mantenía su facción rígida e inmutable. Yo me sentí petrificada. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Luchar contra la Resistencia? ¿Blandir armas contra el bando que defendía la libertad? 

No tuve mucho tiempo para pensar, una explosión cegadora nos hizo rodar por el suelo. Tosí. Noté como unos brazos cargaban conmigo. Marcos me alzaba. Perdí de vista a Déborah y a Nicholai. Me sentía muy confusa. Mi mente era incapaz de seguir el ritmo enérgico de los hechos. En una vieja radio sonaba It must be Love. Noté cómo mis ojos se llenaban de lágrimas.
Marcos me depositó suavemente en el suelo, refugiados detrás de una nave.
-¡No puedes venirte abajo, V! ¡Debemos sobrevivir! ¡Debemos salvarlos!
-No...No...-susurré- No... no quiero matar... - Labi Siffre sigue cantando, aquel negro y su guitarra, As soon as I wake up, every night, every day, I know it's that you I need to take the blues away.
Marcos introduce la mano dentro de mi cinto y extrajo una pequeña pistola. Me arrastró por el fuego enemigo, vimos a nuestros compañeros caer. La Resistencia tomaba más peso en aquel juego. No había nada que hacer. Tal vez, huir. Usted no se imagina. Para ello, tendría que estar en primera persona. Los que allí daban su vida eran muchachos. Los soldados, apenas dos días eran niños que jugaban y eran arropados por sus madres por la noche. Entre el humo distinguí a Déborah y a Nicholai agarrados de la mano. Le indico a Marcos. Me precipito a los droides y les ordeno que activen el campo electromagnético. Aún siendo dos, no duraría largo rato.
-¡Marcos, el campo desaparecerá en poco! -no podía permitirme remolonear con las palabras- ¡Mi nave está oculta en la selva tras la colina!

La Resistencia nos atacaba perpleja. Era la primera vez que veían un campo electromagnético que no procedía de una nave o vehículo. Cada rayo láser, cada descarga eléctrica, cada dardo o bala, chocaba contra el campo, le causaba ondulaciones como una piedra en el agua que nos hacían contener el aliento, el sonido de los impactos como cientos de pájaros piando al unísono, las pequeñas pero luminosas explosiones como choques de supernovas a menos escala. Los jóvenes cadáveres se despedían de la vida regando la tierra, desmembrados. Algunos la dejaban con ira, otros con ojos lacrimosos. Me pregunté por la historia de aquellos que eternamente yacerían allí alimentando la hierba y el musgo. ¿Habían sido engañados con promesas falsas, habían sido presionados mediante un chantaje? ¿Habían luchado por la ISS o habían luchado por ellos mismos? ¿Ira de supervivencia o lágrimas de terror contenido?  Vosotros, los sin nombre, los apenas un número en una placa, los "Unas insignificantes bajas", vosotros, ¿qué os hubiera deparado el futuro? ¿Teníais sueños y esperanzas? ¿Llorábais u os lloraban la ausencia? Ya, nunca más.
Y mientras, un puñado en los pedestales más altos, mofándose y enriqueciéndose. Pisoteando con botas de hierro y barro la Libertad, La Justicia, la Vida. Enfrentando y dividiendo un pueblo a merced de sus intereses y caprichos. Firmando Tratados y Convenios con plumas de aguja y tinteros de sangre. Mientras, las plantillas, debatiéndose con sus propios hermanos. Derramándose por las mismas tierras y los mismos rechazos. ¿Es que no se daban cuenta? ¡Hemos sido manipulados! ¡Sus hilos nos atan las extremidades¡ ¡Resistencia, somos Seres como vosotros! ¡Compartimos el mismo hilo!
Avanzamos colina abajo. Di una última mirada al paraje en llamas. Un círculo aprisionaba a Steel Panther. Sentí regocijo malsano y corrupto. Tragué saliva. Ni siquiera merecía que escupiese al suelo. Tu muerte no valía tantas vidas, hijo de puta. La doble moral en aquel momento no hizo acto de presencia.

-Capitán, han escapado cuatro dirección colina abajo. ¿Los perseguimos?
-No es necesario. Tenemos a este hijo de perra-le raja la cara con un cuchillo
-Pero Capitán, ¿cómo es posible? ¿Usted lo vio? Era un campo electromagnético en tierra firme y sin maquinaria
El Capitán observaba satisfecho a Steel Panther proclamándolo como mascota de torturas
-Tranquilo, esta señorita llorona y quejica nos lo contará todo antes de que despierte el alba. Por cierto, preciosa la nueva L que te adorna la cara.
El subordinado no cuestionó más. Era bien conocida la superior inteligencia del Capitán. En su cabeza ya se podía divisar el dibujo del puzzle. Sus decisiones tenían, siempre, una razón de ser.

El Teniente se sobrecogió. ¿Qué hubiese ocurrido si el maquiavélico Lamba hubiera escogido el bando contrario?



sábado, 3 de noviembre de 2012

Perro Semihundido.


Era de madrugada. Me encontraba al filo del sueño cuando un aullido que quebró la noche me sobresaltó. Agudicé mis sentidos, me levanté de la cama y agarré los barrotes de mi ventana para captar con mayor atención de qué se trataba.

Parecía un perro que medio-lloraba-medio-cantaba un blues, que imperiosamente sonaba por todo el barrio. Tuve la sensación, tal vez me equivoque, ¿sólo yo le oía?

Anoche en un sueño, desperté entre perros.

Tuve la certeza. Era el fantasma del Perro Semihundido.


viernes, 2 de noviembre de 2012

Cállate, Nietzsche.


Qué es más fuerte, el amor o el rencor?
¿Es el amor el mayor atentado a la individualidad? En el preciso instante que decimos "dependo de ti".
Cariño, me pides que cambie. ¿De verdad piensas que esto es amarme?

Amor mío, me desprendo de mi identidad. Sí, mi identidad. Mi nombre y mis apellidos, el número del DNI y todas esas falacias y documentos que dicen que ésa soy Yo.
Quiero ser uno contigo, un andrógino. Rodar por las colinas con nuestros cuatro brazos y cuatro piernas.

Y me acostumbré a adaptarme a las situaciones que olvidé adaptarme a las personas.

Caballos en el Infierno.


Soñé que moría e iba al Cielo (qué cosas, soy atea). Mi visión del Cielo es una torre en una costa tranquila y cálida. Dentro de la torre, varias personas jugaban conmigo a interpretar un rol, estábamos vestidos de diferentes personajes fantásticos. Estábamos haciendo un juego con una carta, que se cayó por una ventana arrastrada por el viento. Me asomé, y la hice levitar hasta mis manos sólo con pensarlo.

De súbito, me hablan mis compañeros (de rol) : Acabas de hacer algo que estaba prohibido.

Yo: ¿El qué?

No me lo dijeron, y ni siquiera se te advertía qué estaba prohibido. El caso es que intuí que no estuvo bien hacer levitar la carta y que "mi magia" estaba censurada.


En la siguiente escena veo un carro negro llevados por los dos caballos con los que solía jugar en aquella playa. Dos caballos marrón oscuro, fuertes y nobles. Un señor viejo y vestido de rojo manipula las riendas. Me monto en el carro y noto como descendemos, y el paisaje se transforma en negro, oscuro, gris, ceniciento. El hombre de rojo ríe estridentemente.


Aterrizamos en el infierno, o lo que se supone que es el infierno. Contemplo mi alrededor. No es lo que esperaba. No había tortura, ni dolor. Sólo que las personas estaban putrefactas, algunas casi en los huesos. Pero no estaba tan mal, tenían hasta sus conciertos. Vuelvo la vista hacia el carro. El hombre desaparece pero mis caballos continúan allí. Los miro. Estaban en descomposición. Murieron hacía muchos años. Empiezo a entenderlo. El castigo del infierno es volver a sufrir los estragos del tiempo. En el Cielo estás muerto, pero no lo parece. No te inmutas. 

En el infierno cada día compruebas como tu cuerpo se hace polvo, desaparecen tus carnes, los músculos... Es saber cada día que estás muerto. Una segunda vejez más aterradora. 
Me miro las manos. Aún siguen bien. Siento pánico.
Me monto en uno de mis caballos-muertos , y lo único que recuerdo es que pensé que no sabía quién era Dios, pero que era muy injusto al condenar conmigo dos animales que eran inocentes.

¿Quién es Dios?