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lunes, 10 de diciembre de 2012

Capricho III

Sueño Lúcido.
Esta mañana he sufrido nuevamente ataques de ansiedad. Como he podido observar, soy más dada a experimentar sueños lúcidos cuando padezco crisis respiratorias. Esta vez han sido dos sueños sin ninguna relación los que he vislumbrado. El primero, consciente. El segundo, con simbología. Han tenido en común la nitidez y la capacidad de recordar pensamientos o conversaciones.
Los relataré como curiosidad, no hay mucho que narrar realmente.

Me encontraba en mi habitación cuando sonó una música en mi cabeza. Los acordes de una guitarra, bastante simples, y sin muchos cambios, iban acompañados de una flauta. A continuación un tambor que se unía con un ritmo lento "pom, pom, pom". Una pequeña pausa, violines que ascendían en sonido. Los instrumentos cesan y dejan el protagonismo a un violonchelo. Se integra un oboe, no sabría describirlo, pero era maravilloso. A este punto, yo me encuentro confusa. Dentro del sueño pienso "Estás creando música, la estás oyendo en tu cabeza. Está surgiendo. ¿Pero estás segura? es difícil inventar en un sueño. Escucha atentamente, ¿has oído esta melodía antes? -analizo la música- No, es la primera vez que la oigo."
Prosigue la música, todos los instrumentos anteriores se unen e interpretan. Tal vez el fin lo marcara un piano. Despierto, pero sigo dormida. "¿Karen, recuerdas la melodía? Sí." Es más, la música suena en cada recoveco de mi mente. Me fijo en la pared. Hay sombras danzando. Me asusto. 
"Karen, el principio de la esquizofrenia es oír música que en realidad no suena. Quiero escribirla. Pero no sé música teórica. No sé escribir en un pentagrama" 

Del segundo sueño sólo quiero destacar lo que he considerado símbolo. Una mujer estaba atada a un hombre por cadenas. El hombre planeaba matarla para así deshacerse de ella. Yo lloraba, ante el posible desenlace "Eres valiente. Haz algo. No es tu naturaleza quedarte quieta ante un acto así" Le arrebaté al hombre la sierra y con ella corté las cadenas mientras imploraba "¡No la mates! ¡No la mates!" Los dos quedaron libres y la mujer pudo vivir.
Al final del sueño (porque estoy omitiéndolo casi todo), contemplé mis muñecas. Tenían dos cortes que sangraban. Aparece entonces Arturo gritando a S. "¡La estás destrozando! ¡No la mates! ¡No la mates!"
Palabras que yo, había pronunciado al principio del sueño.

En fin, supongo que esta entrada es pura terapia. El lector probablemente poco tenga que entender. 
El violonchelo y el oboe como parejas en una danza de notas. Los acordes eran nuestros acordes.
 


"Karen, ¿qué instrumento estudiarías si pudieras?
"¿Yo? Probablemente, el oboe".



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