Bienvenido sea el que viaja al Cielo y vive en la Tierra

miércoles, 8 de junio de 2011

Chatarra.

El Príncipito descansa en la estantería, junto al Polvo Estelar. Desde aquella vez que intenté quitárselo, no lo ha vuelto a tocar más. A veces pasa por su lado, le dedica una mirada y se sienta al lado opuesto de la habitación. Se recuesta contra la pared y fija la vista en la nada. No me equivoco si afirmo que en su sistema de datos, estará más que guardado la obra completa, y conociendo a mi Pequeña, lo revisará desde allí. Lo buscará de sus entrañas, como cuando los seres humanos recordamos un momento que jamás volverá, pero tenemos la dicha de haberlo vivido intensamente.

Al principio me alegró comprobar que Deborah volvía a escaparse por las noches y creí que había vuelto a su antigua rutina lujuriosa. Pero no. Cuando volvía, repetía la secuencia que ya he nombrado mirando al vacío. Como si sus ojos pudieran destilar melancolía o taciturnidad.

Yo no pude más que preocuparme por ella y sentirme impotente, pero entonces pasó: se me ocurrió, desde mi parecer, una fantástica idea. Construir un nuevo droide. Un compañero.
He estado estos días trabajando duro, tanto consiguiendo el material, como construyendo los circuitos, sistemas, datos, y el esqueleto, por supuesto. Un arduo trabajo, que hoy, no me voy a dedicar a explicar.
Este nuevo droide tiene la apariencia de un hombre de la misma edad que Deborah. Rondando los veinte años. Es la única diferencia que tienen, la apariencia. En lo demás (ya sabe, a cuanto mecánica e informática se refiere) son exactamente iguales.

-Tengo una sorpresa para ti- le dije.

La llevé hasta donde reposaba el cuerpo inerte del nuevo gólem aún desnudo.

-Él está hecho para ti, y tú para él. Será tu compañero.

Posó sus negras y espesas pestañas en el droide, le tocó las facciones de la cara, los párpados cerrados, los labios, acarició los pectolares, los abdominales y pasó su dedo por el pequeño hundimiento del mentón.

-Eres una depravada - espetó- ¿Pretendes que cometa incesto con mi propio hermano?

Parpadeé varias veces.

-Verás...No es tu hermano.
-Tú eres nuestra madre, por lo tanto, sí que es mi hermano.

Maldito sistema de lógica y razón. Funciona sólo cuando le apetece. ¡Demonios!

-Sí, pero quiero decir que no tenéis conexión de sangre (¡no poseéis tal elemento!) - Paciencia, paciencia- Tu aceite orgánico no es el mismo que el de él, ¿comprendes?
-Pues yo no lo quiero. Lo has fabricado a tu gusto. No has tenido la amabilidad de preguntarme. Me quieres emparejar con alguien que aún no conozco.

(¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!)

-¿Y qué te crees, que así funcionan las cosas? ¿Que los seres humanos elegimos a la carta lo que queremos? -pausa- Mira, olvídalo. Como bien has dicho, aún no le conoces.

Terminada la disputa, me dispuse a despertarlo. Para el primer despertar no uso Polvo Estelar por precaución. Primero lo conecto a la red eléctrica, que tiene una carga menor y así se comprueba si todo marcha bien. Accedí el interruptor y...

Abrió los ojos lentamente y se encontraron los dos en miradas. Los grises de ella, con los verdes de él.

-Hola, Madre-dijo el recién despertado.

A diferencia de Deborah, no sufrió un chispazo en sus circuitos mientras lo montaba. De este modo, una información básica sí que poseía, entre ellas, el lenguaje. Si todavía lo recuerdas, Deborah tuvo que aprenderlo todo desde cero.

-¿Puedes moverte? - le pregunté. El droide asintió e inmediato se puso en pie.

-¡Muéstranos tu sonrisa!- y como cabía esperar, el droide obedeció.

Deborah me apartó de un empellón y tomó parte:
-¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta? ¿Te gustan las películas? ¿Y el cine? ¿el sex...?
-¡Deborah, que acaba de nacer, no tendrá ni pajolera idea de lo que le estás diciendo!

Pero tal razonamiento no fue suficiente para mantener la sonrisa de Deborah cuando éste dijo:

-No sé qué son tales cosas, Señorita, pero si Madre me ordena que me gusten, me gustarán.

El rostro se le ensombreció, arrugó la frente y vomitó:
-Chatarra.

Ahora yo estoy aquí con mi Pequeño conectado a la red mientras "duerme". Deborah hará media hora que se marchó malhumorada. Aliviará la rabia con sexo candente, imagino. Me compadezco del pobre hombre que caiga en sus fauces.

El no haber sufrido chispazo no sólo ha afectado a que el droide mantenga los conocimientos básicos. También mantiene lo que en teoría debe ser un droide. Deborah es un caso especial. Muy especial. Quizá la única en su especie. Una maldita mujer bicentenaria, como Robin Williams.


Podría desmontar al droide y causar el chispazo a posta. Tal vez funcionara, tal vez no. Pero no voy a hacerlo. Porque las obras, son como hijos, y los hijos hay que quererlos tal y como son. Con sus imperfecciones. Y en este caso, con su perfección.

8 comentarios:

  1. La gente no nos aprecia a nosotros, los que somos perfectos.

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  2. Oh, me refería a mí mismo y a los que también lo sean.

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  3. Constancia quede que no soy engreído, tengo la perfección robótica que sólo los que no tenemos corazón nos podemos permitir.

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  5. Otra de tus entradas que me ha dejado sin palabras...

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  6. Me río yo de tu perfección robótica Pablo. Y si quieres te hago otra aliteración con tu nombre.

    Sergio, muchas gracias >.<.

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