Perdone, Padre, de nada sirve confesarme si no me arrepiento. Podría colarme bajo su sotana. Bendígame, Santo Padre en el altar y sacrifíqueme como bruja de Inquisición. Bajo la Gélida mirada de Cristo, deme su cuerpo y su sangre antes de comenzar. Hágame Santa Teresa de Jesús y haga la carne con la carne.
Culmine en el rostro de la Virgen María, amén.
Esto debería ser un libro...
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