Bienvenido sea el que viaja al Cielo y vive en la Tierra

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tinteros de Sangre.


 Un ser querido.

Ese era el motivo que nos unía a mi compañero doctor y a mí. Al finalizar su relato, le ofrecí un cigarrillo y le acompañé en caladas. Me gustaba la compañía de aquel hombre. Era como asomarse al ojo de un pozo. Profundo y sereno. Marcos, el doctor, parecía ser la prueba cantante y danzante, la personificación echa carne de la más absoluta esperanza humana. Y la esperanza, hay que llevarla cosida a la piel.

Oímos gritos fuera del campamento. Marcos y yo nos sobresaltamos.
-¿Qué ocurre?- Agarro del brazo a un soldado que pasaba corriendo por allí.
-¡Son la Resistencia, nos atacan! -sigue su rumbo.
Dirijo la mirada a Marcos.
-Lo que te decía, V. Ese maldito de Steel Panther no sabría decir ni de qué color es la mierda. -Hubiese reído gustosa en otra ocasión.
Déborah y Nicholai vienen a mi encuentro.
-¡Madre, Madre! ¡La guerra nos ha alcanzado! -Me abraza asustada.
Nicholai mantenía su facción rígida e inmutable. Yo me sentí petrificada. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Luchar contra la Resistencia? ¿Blandir armas contra el bando que defendía la libertad? 

No tuve mucho tiempo para pensar, una explosión cegadora nos hizo rodar por el suelo. Tosí. Noté como unos brazos cargaban conmigo. Marcos me alzaba. Perdí de vista a Déborah y a Nicholai. Me sentía muy confusa. Mi mente era incapaz de seguir el ritmo enérgico de los hechos. En una vieja radio sonaba It must be Love. Noté cómo mis ojos se llenaban de lágrimas.
Marcos me depositó suavemente en el suelo, refugiados detrás de una nave.
-¡No puedes venirte abajo, V! ¡Debemos sobrevivir! ¡Debemos salvarlos!
-No...No...-susurré- No... no quiero matar... - Labi Siffre sigue cantando, aquel negro y su guitarra, As soon as I wake up, every night, every day, I know it's that you I need to take the blues away.
Marcos introduce la mano dentro de mi cinto y extrajo una pequeña pistola. Me arrastró por el fuego enemigo, vimos a nuestros compañeros caer. La Resistencia tomaba más peso en aquel juego. No había nada que hacer. Tal vez, huir. Usted no se imagina. Para ello, tendría que estar en primera persona. Los que allí daban su vida eran muchachos. Los soldados, apenas dos días eran niños que jugaban y eran arropados por sus madres por la noche. Entre el humo distinguí a Déborah y a Nicholai agarrados de la mano. Le indico a Marcos. Me precipito a los droides y les ordeno que activen el campo electromagnético. Aún siendo dos, no duraría largo rato.
-¡Marcos, el campo desaparecerá en poco! -no podía permitirme remolonear con las palabras- ¡Mi nave está oculta en la selva tras la colina!

La Resistencia nos atacaba perpleja. Era la primera vez que veían un campo electromagnético que no procedía de una nave o vehículo. Cada rayo láser, cada descarga eléctrica, cada dardo o bala, chocaba contra el campo, le causaba ondulaciones como una piedra en el agua que nos hacían contener el aliento, el sonido de los impactos como cientos de pájaros piando al unísono, las pequeñas pero luminosas explosiones como choques de supernovas a menos escala. Los jóvenes cadáveres se despedían de la vida regando la tierra, desmembrados. Algunos la dejaban con ira, otros con ojos lacrimosos. Me pregunté por la historia de aquellos que eternamente yacerían allí alimentando la hierba y el musgo. ¿Habían sido engañados con promesas falsas, habían sido presionados mediante un chantaje? ¿Habían luchado por la ISS o habían luchado por ellos mismos? ¿Ira de supervivencia o lágrimas de terror contenido?  Vosotros, los sin nombre, los apenas un número en una placa, los "Unas insignificantes bajas", vosotros, ¿qué os hubiera deparado el futuro? ¿Teníais sueños y esperanzas? ¿Llorábais u os lloraban la ausencia? Ya, nunca más.
Y mientras, un puñado en los pedestales más altos, mofándose y enriqueciéndose. Pisoteando con botas de hierro y barro la Libertad, La Justicia, la Vida. Enfrentando y dividiendo un pueblo a merced de sus intereses y caprichos. Firmando Tratados y Convenios con plumas de aguja y tinteros de sangre. Mientras, las plantillas, debatiéndose con sus propios hermanos. Derramándose por las mismas tierras y los mismos rechazos. ¿Es que no se daban cuenta? ¡Hemos sido manipulados! ¡Sus hilos nos atan las extremidades¡ ¡Resistencia, somos Seres como vosotros! ¡Compartimos el mismo hilo!
Avanzamos colina abajo. Di una última mirada al paraje en llamas. Un círculo aprisionaba a Steel Panther. Sentí regocijo malsano y corrupto. Tragué saliva. Ni siquiera merecía que escupiese al suelo. Tu muerte no valía tantas vidas, hijo de puta. La doble moral en aquel momento no hizo acto de presencia.

-Capitán, han escapado cuatro dirección colina abajo. ¿Los perseguimos?
-No es necesario. Tenemos a este hijo de perra-le raja la cara con un cuchillo
-Pero Capitán, ¿cómo es posible? ¿Usted lo vio? Era un campo electromagnético en tierra firme y sin maquinaria
El Capitán observaba satisfecho a Steel Panther proclamándolo como mascota de torturas
-Tranquilo, esta señorita llorona y quejica nos lo contará todo antes de que despierte el alba. Por cierto, preciosa la nueva L que te adorna la cara.
El subordinado no cuestionó más. Era bien conocida la superior inteligencia del Capitán. En su cabeza ya se podía divisar el dibujo del puzzle. Sus decisiones tenían, siempre, una razón de ser.

El Teniente se sobrecogió. ¿Qué hubiese ocurrido si el maquiavélico Lamba hubiera escogido el bando contrario?



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